Algunos lugares han subido sus precios y en otros simplemente se han agotado, y no tendría porque ser diferente nuestra forma de consumo.
La gente se pregunta como podemos combatir contra este mal, pero la clave no es complicada, simplemente son los hábitos de higiene, no necesitas comprar de más o comprar productos que dicen tener propiedades especiales.
Me preocupa como es que algunos productos tóxicos se comercializan sin ninguna certificación o restricción. Durante estos días he visto como algunas personas se dañan la piel y no están previendo que en un mediado plazo, podrían presentar problemas graves por el uso de esos productos.
Cuando veo a mis seres queridos y amigos usar geles o jabones agresivos a la piel, trato de hacerles ver lo que puede causar en ellos, incluso les propongo analizar si ese producto que agrede a la piel y provoca comezón, ardor o irritación, podría ser la forma en la que bacterias o virus se puedan alojar más fácilmente en esa piel abierta, -finalmente el contagio ocurre por estar en contacto con mucosas y con heridas abiertas-.
Cuando sucede esto, les doy una alternativa que no solo ayuda a su piel a limpiarla, sino a protegerla y nutrirla.
Para mi, en este momento tener la seguridad de que un producto funciona no solo es que limpie, sino que fortalezca tu piel de agresiones externas.
